Bento de Oliveira es una persona estética. Desde una película, una flor o un edificio, pasando por una sonrisa pasajera o una camisa bien planchada, observa el mundo desde los ojos de quien busca y disfruta de la armonía y la sencilla belleza de las cosas.
Sus collages son consecuencia de su pasión por la estética, y en ellos instinto y proporción, depuración y sorpresa, se unen para sugerirnos las formas ocultas detrás de las formas aparentes de lo cotidiano.
Su gran lienzo es el rostro humano en sus mil formas. Practica el arte de las personas, dejando que los cuerpos y sus más diversos usos le inspiren. Observando sus piezas entendemos de alguna forma que la gama de colores de una mirada puede ser pura e intensa. Que las palabras, aunque queden al otro lado de una barrera invisible, nos acompañan y forman el marco de una puerta hacia los demás. Y que el gesto de extender la mano sin llegar a tocar al otro esta cargado de un sentido profundo y perfecto.
Podría decirse que estamos ante un poeta del roce inconcluso, un escultor del movimiento sensual que no puede abordarse. Pero él sin duda preferiría callar y tenernos callados a su lado, contemplando, disfrutando sin darle más vueltas de su distante intimidad.
Como amante del arte no puedo sino invitaros a hacerlo. L.M.Santos
Sus collages son consecuencia de su pasión por la estética, y en ellos instinto y proporción, depuración y sorpresa, se unen para sugerirnos las formas ocultas detrás de las formas aparentes de lo cotidiano.
Su gran lienzo es el rostro humano en sus mil formas. Practica el arte de las personas, dejando que los cuerpos y sus más diversos usos le inspiren. Observando sus piezas entendemos de alguna forma que la gama de colores de una mirada puede ser pura e intensa. Que las palabras, aunque queden al otro lado de una barrera invisible, nos acompañan y forman el marco de una puerta hacia los demás. Y que el gesto de extender la mano sin llegar a tocar al otro esta cargado de un sentido profundo y perfecto.
Podría decirse que estamos ante un poeta del roce inconcluso, un escultor del movimiento sensual que no puede abordarse. Pero él sin duda preferiría callar y tenernos callados a su lado, contemplando, disfrutando sin darle más vueltas de su distante intimidad.
Como amante del arte no puedo sino invitaros a hacerlo. L.M.Santos
Gravina, 5, Madrid, 28004
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