viernes, 26 de marzo de 2010
Cruzar “a raia” es un paseo
Galicia está separada de la Meseta por los montes galaico - leoneses y las malas comunicaciones, y limitada por el sur tras la independencia de Portugal en el siglo XII, aunque en este último enclave existe una región natural galaico – portuguesa. Sin embargo, hasta hace bien poco, el río Miño, que definió durante siglos una parte de la línea fronteriza, sólo se podía cruzar por un único puente, que además por ser de los antiguos es de un único sentido. Lo habitual era quedarse atascado.
Recordando cómo era antes la frontera, mis familiares me cuentan la típica anécdota. Era 1983, regresaban a Vigo después de comprar en la feria de Valença: una estantería de dos baldas, unos utensilios de cocina y unas toallas. En el garito, la guardia civil paraba aleatoriamente a los coches que venían de Portugal tratando a la gente como peligrosos contrabandistas. Después de registrar exhaustivamente el coche, el guardia de turno decidió que llevaban “más productos de los permitidos” y les hizo pagar una multa. Sí hubo contrabando local y emigración clandestina a través de la “raia”, cuando españoles y portugueses compraban y vendían productos para escapar de la miseria, en los represivos tiempos de sendas dictaduras. Esta dura experiencia creó grandes lazos de amistad entre las poblaciones miñotas.
La frontera se eliminó con la entrada de España y Portugal en la Unión Europea y el río Miño dejó de ser un muro de separación impuesto para convertirse en un vínculo de deseo; existen más posibilidades para vadearlo y cruzarlo. Ahora a algún despistado le puede pasar lo que a un amigo inglés de Carlos Casares. El periodista gallego le propuso ir a tomar un café a Portugal: “El inglés no sabía que ir desde mi casa a Portugal no sólo no es una aventura, sino que se trata de un viaje doméstico de apenas veinte minutos. Entre decepcionado y divertido, aceptó, cogimos el coche y nos acercamos hasta Valença. Como me olvidé de avisarlo cuando atravesamos la raya, llevábamos ya unos minutos sentados en la Pousada y él no sabía aún que habíamos cambiado de país”. Ahora gallegos y portugueses cruzamos “a raia” con normalidad.
Irene Martín (Periodista)
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